jueves, agosto 10, 2006

Desvestido...


La noche, deseosa, apenumbrada,
te quitó sin pensar las zapatillas...
y —por sentirse blanca y alumbrada—
desnudó blancamente tus rodillas.


Luego —por diversión, sin decir nada—
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.


Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y —hablando de un amor vago, inconexo—


Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.


Debravo, Jorge

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Arlekin te has olvidado de mi, pero no importa el miedo y la incompresion no son amigos, asi que desde el silencio de tu olvido te dire que te quiero y quiero que estes bien besos

Alicia